jueves, 2 de marzo de 2006

Sobre los parquímetros.

Llevo ya unos días leyendo todo tipo de argumentos en contra del SER, o sea, de los parquímetros. Yo también estoy en contra del SER.

Pero no desde el victimismo barato y desde el feminismo más estúpido, que afirma que el SER impide conciliar la vida familiar y laboral, que sería tanto como afirmar que los parkings privados también lo impiden.

Tampoco estoy de acuerdo con las tácticas de guerrilla urbana que algunos están poniendo en marcha, que suponen el destrozo del mobiliario urbano que luego pagamos entre todos.

Tampoco estoy de acuerdo con los animales que se dedican a insultar a los empleados municipales.

Ni con las llamadas que hace el PSOE a la rebelión pacífica, que parece que no es tan pacífica.

Ni con andar por ahí cortando avenidas como la Avenida de la Ilustración (tomada por poco ilustrados, por lo que se ve).

Estoy en contra del SER porque me parece otra más de la ferocidad recaudatoria que viene caracterizando al Ayuntamiento de Madrid desde que Alberto Ruiz Gallardón se alzó con el bastón de regidor. Y yo, que soy votante del PP, no voto a ese partido para que nos frían a impuestos, sino todo lo contrario.

Estoy en contra del SER porque las calles son públicas y ya las hemos pagado entre todos. Y ahora aparcar en la calle nos cuesta tanto o más que hacerlo en un parking privado. Pero el Ayuntamiento no asume la misma responsabilidad que las empresas: si nos roban el coche en la calle ¿responderá el Ayuntamiento por ello como sí tienen que hacer los aparcamientos privados?

Estoy en contra del SER porque es una de esas estúpidas medidas que perjudica a los que menos tienen, para los que sí es un palo pagar el euro ochenta que cuesta estacionar una hora en zona verde.

Estoy en contra del SER porque me parece, una vez más, una tomadura de pelo al ciudadano el argumento del Ayuntamiento de que no es por "recaudar". Y, evidentemente, me molesta que me tomen por idiota.

Estoy en contra del SER porque perjudica a los miles de trabajadores que diariamente se tienen que desplazar desde fuera de Madrid a la capital para trabajar. Y no siempre es rentable el transporte público. Y, además, cada uno se desplaza como quiere. Faltaría más.

La obsesión de Gallardón por expulsar a los conductores de Madrid, para vender que ha arreglado el problema del tráfico, empieza a convertirse en una verdadera paranoia. ¿Para cuándo los coches de caballos subvencionados por el Ayuntamiento? Zerolo, anota la idea. O tú, Pedro Calvo. Que para el caso sois igual de intervencionistas.

En fin, que tengo mis motivos para estar en contra. Pero los defiendo escribiendo en este blog. Ni insultando a nadie ni destrozando mobiliario urbano.

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